Jeremías 17:5-8
Así dice Yahvé: “Maldito quien pone su confianza en el hombre, y se apoya en un brazo de carne, mientras su corazón se aleja de Yahvé. Será como desnudo arbusto en el desierto; cuando viene el bien no lo ve; pues vive en la sequedad del desierto, en una tierra salobre y no habitada.
Bienaventurado el varón que confía en Yahvé, cuya confianza es el mismo Yahvé. Es como árbol plantado junto a las aguas, que extiende sus raíces hacia el río; no teme cuando llega el calor, permanece verde su hoja; no se inquieta en el año de la sequía, ni deja de dar fruto.
Tenemos dos opciones: vivir en maldición o vivir en bendición y este camino se escoge a través de la fe. Si mi fe está puesta en el hombre viviré una vida desdichada y en maldición; pero si mi fe está arraigada en el Padre Dios viviré en bendición, en bienestar total.
Es fácil detectar quien vive en bendición y quien en maldición, quien vive un infierno o quien vive un cielo.
El que vive bajo maldición siempre renegará del calor del día y del frio de la noche, no tiene el manto de la gracia y la presencia de Dios sobre su vida y por estar desprotegido y carecer de la protección sobrenatural, vivirá en una constante queja y murmuración.
No tiene la fuerza de la Palabra de Dios arraigada en su corazón y por eso recurre a la palabra de otro ser humano que, quizás apartado también de Dios, no le podrán dar vida ni abundancia.
La inclemencia de las circunstancias que le rodean le golpean y no tiene cómo protegerse espiritualmente, buscará a tientas soluciones pasajeras que no calmarán del todo su sed y su dolor. Aunque tenga riquezas materiales su felicidad no es completa.
El que vive bajo la bendición de Dios siempre tendrá fuentes abiertas para alimentarse, crecer, fortalecerse y dar fruto abundante. Los cimientos de su vida tenderán hacia las fuentes divinas: hacia la oración, la Palabra, los Sacramentos, la Comunidad, la autoridad espiritual puesta sobre el; y esto le plantará sobre la roca que es Jesús y en el momento donde las circunstancias llegan, sabe en quien ha puesto su confianza y no se inquieta, permanecerá frondoso y seguirá dando fruto. Sabe que vive en lo sobrenatural de Dios que está por encima y gobierna el mundo natural.
Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará. Salmo 91, 7-9
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