Éxodo 12, 11-13:
Comerán el cordero de este modo: con el manto ceñido a la cintura, con las sandalias puestas, con la vara en la mano, y de prisa. Se trata de la Pascua del Señor.
»Esa misma noche pasaré por todo Egipto y heriré de muerte a todos los primogénitos, tanto de personas como de animales, y ejecutaré mi sentencia contra todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre servirá para señalar las casas donde ustedes se encuentren, pues al verla pasaré de largo. Así, cuando hiera yo de muerte a los egipcios, no los tocará a ustedes ninguna plaga destructora.
y no salga ninguno de ustedes de su casa hasta la mañana siguiente!
Dios nos está llamando, al igual que lo hizo con los israelitas en el antiguo pacto, a estar listos para una confrontación espiritual.
Les pidió que se colocarán un vestuario, una armadura. Hoy en día, es nuestra armadura espiritual.
Les pidió que untaran con sangre de un cordero los postes y dinteles de las puertas. La sangre era símbolo de reconciliación. Ninguno de nosotros somos dignos ni merecedores de algún bien divino, es la sangre derramada de Jesús sobre nosotros y Cristo mismo viviendo en nosotros lo que nos aleja del castigo y atrae la misericordia de Dios sobre nuestra vida.
Cuando el enemigo nos muestre sus músculos y fuerza, digámosle que ya Cristo murió por nosotros y su sangre nos dio la victoria sobre el y que la sangre de Cristo sobre nosotros y nuestras familias nos limpia y expía de todo pecado.
Por último, esta es una batalla que libramos al interior de nuestras casas, con nuestras familias. No es una batalla para librar afuera, la estrategia del Señor en estos tiempos de crisis mundial, no es multitudinal, es ejerciendo el Sacerdocio en el hogar.
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