jueves, 2 de julio de 2020

LA MALDICIÓN CAUSADA POR ADÁN Y LA REDENCIÓN DE CRISTO, EL NUEVO ADÁN

Génesis 3:17-19
...será maldita la tierra por tu causa; con doloroso trabajo te alimentarás de ella todos los días de tu vida; te producirá espinas y abrojos, y comerás de las hierbas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra; pues de ella fuiste tomado. Polvo eres y al polvo volverás.”

Juan 19:5
Entonces Jesús salió fuera, con la corona de espinas y el manto de púrpura, y (Pilato) les dijo: "¡He aquí al hombre!".


Por el pecado de Adán la tierra fue maldecida y ya produciría espinas y abrojos en vez de frutos abundantes sin fatiga y la provisión diaria sería ya ganada con el sudor del rostro.

Jesus, el nuevo Adán, asumió la condición del hombre caído dejándose poner una corona de espinas en su frente y un manto púrpura. Esto representa al hombre que sufre y gime en este valle de dolor por causa de la caída de Adán. Jesús se hizo maldición para liberarnos de la maldición.
La corona de espinas en su frente por la cual corrió su sangre rompió esa maldición de espinos y cardos en nuestros frutos recogidos de la tierra y con el manto púrpura Jesus mismo asumió y llevó nuestro dolor.

Ahora, unidos a Jesús y resucitados con él compartimos su victoria. Fuimos trasladados al Reino de su Padre haciéndonos entrar en su reposo y El mismo prometió cuidar de nosotros afirmando que dentro de este reino todo nos vendría por añadidura. Nos exhortó también a no preocuparnos por nada pues ahora somos hijos del Padre.

Nuestra preocupación actual en Cristo es conocer y comprender cómo funciona este Reino donde hemos sido traídos para así vivir en sus beneficios.

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