miércoles, 8 de julio de 2020

MANTENERNOS UNIDOS A DIOS Y A LA COMUNIDAD PARA VENCER

1 Pedro 5
Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como  león rugiente,  buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe.

Jeremías 1, 17-19
Por tu parte, te apretarás la cintura, te alzarás y les dirás todo lo que yo te mande. No desmayes ante ellos, y no te haré yo desmayar delante de ellos; pues, por mi parte, mira que hoy te he convertido en plaza fuerte, en pilar de hierro, en muralla de bronce frente a toda esta tierra, así se trate de los reyes de Judá como de sus jefes, de sus sacerdotes o del pueblo de la tierra. Te harán la guerra, mas no podrán contigo, pues contigo estoy yo - oráculo de Yahveh - para salvarte.»


Es interesante ver cómo atacan los leones. El león caza acechando; es decir vigilando a la presa hasta que se encuentra lo suficientemente cerca para así poderse lanzar sobre ella, directo a la garganta. 
El éxito del león radica en que la presa no le detecte antes y para esto tienen que atacar en grupo. Mientras que unos se acercan a la manada para dejarse detectar y así hacerlos huir, otros están escondidos y esperan para lanzarse por el animal que se separa del grupo.

El diablo nos conoce y nos vigila, el sabe cual es nuestra debilidad y buscará atacarnos cuando bajemos la guardia. Algunos ataques serán frontales para buscar que huyamos del grupo, de la Comunidad y cuando nos vea solos creyendo que no necesitamos de estar con el pueblo de Dios, nos atacará para robar nuestras bendiciones, destruir nuestras vidas y matar nuestra fe. A veces, la separación del grupo ocurre estando aún físicamente dentro del grupo, pero separados espiritualmente de él. Cuando caemos en criticas, murmuraciones, rechazos a la autoridad, enfriamiento hacia el servicio estaremos lo suficientemente alejados y así el podrá lograr su objetivo.

Nuestra resistencia es en la fe, en aferrarnos a las promesas de Dios, en alistarnos con la armadura, en reconocer que con CRISTO somos fuertes, como columnas de hierro y murallas de bronce capaces de enfrentar al enemigo sin temor con la espada que es Su Palabra. Si demostramos temor lograrán vencernos pues quedaremos paralizados incapaces de usar nuestras armas de combate. Pero si tomamos nuestra autoridad no les quedará otra opción que reconocerla y someterse a la unción de Dios en nuestras vidas.

Si nos mantenemos unidos a Dios y al pueblo, los enemigos nunca podrán vencernos pues Dios estará con nosotros para salvarnos.

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