lunes, 6 de julio de 2020

QUE NUESTRA VIDA SEA LLENA DEL CONOCIMIENTO DE LA GLORIA DEL SEÑOR

Isaías 11, 7:
No harán ningún daño ni estrago en todo mi monte santo, porque rebosará la tierra con el conocimiento del Señor como rebosa el mar con las aguas.


El conocimiento del Señor trae armonía entre el cielo y la tierra.
El sol no daña, los animales se someten, las aguas no ahogan.

Esto lo experimentó el pueblo de Dios en el desierto con Moisés rumbo a la tierra prometida que ni el sol les hizo daño, ni el calzado de sus pies se desgastó.
Cuando Moisés abrió el mar rojo, cuando sacó agua de la roca.

Lo experimentó Daniel en el foso de los leones que no pudieron ni siquiera tocarle.

Lo experimentó el apóstol Pablo cuando lo mordió una serpiente y no tuvo ningún daño y cuando se salvó del naufragio.

Lo demostró Jesús cuando caminó sobre las aguas.

Josué cuando detuvo el sol.

Elias cuando mandó caer fuego del cielo.

El conocimiento del Señor es nuestra salvación, es el regalo más grande que tenemos sus hijos.

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