Génesis 1:27: Y creó Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó.
Juan 10:34-36: Respondióles Jesús: "¿No está escrito en vuestra Ley: "Yo dije: sois dioses?" Si ha llamado dioses a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios —y la Escritura no puede ser anulada—
Salmos 82:6: Es cierto que Yo dije: “Dioses sois, e hijos todos del Altísimo.
Salmos 82:1: Dios se levanta en la reunión de los dioses; en medio de ellos va a juzgarlos.
Éxodo 7:1: Dijo Yahvé a Moisés: “He aquí que te he constituido dios para el Faraón, y Aarón, tu hermano, será tu profeta,
Génesis 3:5: pues bien sabe Dios que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”.
Somos imagen y semejanza de Dios, esa es nuestra esencia y no podemos perder esta visión de lo que somos. Dios nos hizo para ser sus representantes aquí en la tierra, como lo fue Moisés ante el faraón, ese fue su plan y por eso le encomendó al hombre la tarea de someter y cuidar la tierra.
Luego Jesús vino a devolvernos la autoridad perdida por Adán en el jardín y nos envía para que en su nombre hagamos las cosas que el hizo y aún mayores, Jesús nos dijo que somos la sal y la luz del mundo encargándonos la misión de representarlo muy bien en este mundo de oscuridad y pecado.
Y San Pablo afirmó que “tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros. y ese poder que llevamos en nuestra fragilidad humana nos da la victoria en este mundo ”Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos.” y Jesús nos dijo que todo es posible para el que tiene fe.
Hermanos, llevamos gran tesoro y misión en nuestro paso por este mundo, nuestra unión con Cristo nos ha dado la categoría de hijos de Dios y nos ha restaurado nuestra ciudadanía del Reino para no ser mas esclavos.
El enemigo astutamente le dijo a Eva que serían como dioses, tratando de engañarla con algo que ya era cierto pues habían sido creados a imagen y semejanza de Dios, veían a Dios y hablaban con El en el jardín. Pero satanás quería tergiversar esta obra perfecta de Dios en el hombre, haciéndoles creer que podían ser algo más de lo que ya eran.
El enemigo quiere que perdamos nuestra identidad de hijos de Dios con todos los beneficios que nos trae para darnos su veneno de pecado y de muerte pero debemos recordar que ya fuimos trasladados al Reino de Jesucristo y gozamos nuevamente de nuestra dignidad de hijos.
Somos embajadores de Cristo en la tierra, afirmó San Pablo, hagamos una buena representación de su reino entre los hombres.
Bendiciones